Make Chile great again?
Javier Zabala Director Luminis Consejeros
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Javier Zabala
Viendo la franja electoral de primarias pareciera que varios candidatos son alumnos aventajados de Trump pues prometen un estado intervencionista, inversionista y proteccionista. Pero, ¿su Chile del futuro sería un lugar que atrae y crea trabajos con futuro? ¿Sus chilenos estarían preparados para enfrentar el mundo del mañana?
Tal vez muchos votantes chilenos caricaturizan a sus pares norteamericanos como simplones y poco educados, pero en el fondo Trump ganó prometiendo algo parecido a lo que se oye en estas primarias: torcerle la mano a la transformación global de la sociedad y de la economía que está ocurriendo con la tecnología, trayendo del pasado medidas coercitivas al mercado y paternalistas hacia los ciudadanos. Por ejemplo, Trump prometió forzar a las automotrices, vía aranceles proteccionistas, a instalar plantas dentro de EEUU para generar empleos y “hacer grande a América de nuevo”. Algunos candidatos chilenos quieren forzar instalar un tren faraónico, vía pseudo-expropiar los ahorros de las pensiones, y así “hacer grande a Chile de nuevo”. Pero las nuevas tecnologías harán que más temprano que tarde esas plantas de autos sean cuasi automatizadas, y que los trenes se queden sin carga física o pasajeros por la virtualización del trabajo.
Estas malas campañas profundizarían las recientes malas reformas, y solo agravarían el declive de Chile como polo de competitividad, y de creación y atracción del talento -en los rankings IMD e Insead ya caímos del puesto 29 al 47, y del 31 al 34 respectivamente-. En contraste, los países que van al alza en atraer talento no le temen a la supuesta precariedad del empleo, y ya tienen cerca de 30% de sus trabajadores funcionando como free lancers, pues saben que hoy uno puede esperar tres cambios de carrera en la vida (de “carrera”, no solo de trabajo). Esos países interconectan Estado, empresa e individuos, y su educación se alinea a lo que piden los mercados: habilidades técnicas, de colaboración y de aprender a aprender. También crean políticas que combinan planes laborales de incentivo al empleo y de protección social, pero con flexibilidad para los empleadores. Y a nivel privado, las empresas de esos países constantemente entrenan a sus colaboradores, para facilitarles la autonomía (versus la jerarquía), la cooperación, la flexibilidad y la movilidad.
En conclusión, un votante enfocado al futuro debe analizar profundamente si lo que ofrecen sus políticos, o sus empleadores, es una ilusión de vuelta al pasado, o si lo dirigirán a la frontera de sus capacidades profesionales, y lo mantendrán ahí, aprendiendo durante toda su vida, y creando lazos de confianza y cooperación en todo su entorno.